Cataratas
- Clara DAngelo
- 20 nov 2019
- 1 Min. de lectura
Volvimos a Cataratas después de veinte años y si bien el paisaje es el mismo, claramente la manera de contemplar esta maravilla, hoy es otra. Tuve la sensación de ser parte de un pelotón irrespetuoso que se amontona para conseguir la mejor selfie, acumular kilómetros dentro del parque y alterar la vida de la selva. Nos está importando un pito respetar la naturaleza, nos hemos convertido en contaminadores seriales de aquellas cosas que, naturalmente, aseguran nuestra supervivencia y pocos son los que comienzan a entender que la respuesta es implacable, incendios e inundaciones entre tantos otros desastres. Son bellísimas y son nuestras, nos encanta que vengan a verlas, nos fascinamos con los obstinados verdes y la melodía de la selva, prometemos volver con nuestros hijos y nietos, entonces si tanto nos gusta, deberíamos pensar seriamente en cuidar el planeta y darnos cuenta que esa será una buena forma de agradecer semejante regalo. Por lo pronto yo, hoy guardo mi cámara, cerraré los ojos bajo el sol y soñaré en verde.

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