Insomnio

Tengo calor y no puedo dormir. Un imaginario “pin ball” se enciende y la bola plateada lanzada con la fuerza del insomnio comienza su recorrido impredecible, choca y despierta agobiantes pensamientos nocturnos, recuerdos débiles o lo que es peor aún martilla sobre alguna tarea inconclusa transformándola en una pesada carga que solo aliviará la mañana. Cada jugada y cada noche tiene su marca y su duración depende de la rebeldía del terco sueño desvelado. Instalada, cómoda y obstinada esta foto del día juega hoy. “El globero” para los más jóvenes y para los mas antiguos en el barrio, el hijo del globero. Pero el hijo, hoy es el viejo y carga la pesada cruz de una herencia de colores que hoy se declara en blanco y negro, casi como un autómata recorre el barrio pero sus globos ya no vuelan ni lucen como antes, son pelotas que pesan y se arrastran, ya no hay chicos que corran a su lado mirando hacia el cielo y griten: Quiero! Ni madres que anuden el piolín a la muñeca para que el globo no se vuele y llegue a casa para pegarse en el techo hasta hacerse chiquito y olvidado. Empecinado globero sin ganas ni sonrisas deambula, él sí, atado a la mano de su padre. Son las dos y cincuenta, la bola de acero se esconde en la canaleta, se apagan las luces, intento dormir. Game over.